domingo, 26 de junio de 2011

Añoranza

Nunca me había topado de frente con mi compañero. Durante años yo apenas llegaba a observar su reflejo; pero estaba seguro de su compañía. Lo sentía vivo y tenía la certeza de que la vida, con él, se veía en otra dimensión. Con el pasar del tiempo, pude sentir el desgaste de mi compañero… Aunque no lo veía, me afectaba enormemente. Al despertarme, luego de un profundo sueño, percibí una sensación de vacío, tan honda, que lloré. Inmensurable fue mi tristeza cuando, en un espejo, vi un hueco en el lugar que ocupaba mi compañero: él fue extirpado a causa de un golpe azaroso. ¡Ni siquiera pude despedirme de él! Ahora, yo, el ojo izquierdo, tendré que ver la vida solo… hasta que él vuelva.

2 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Oh, está bien...al principio pensé que iba de alguien que echaba de menos a algún amigo que se había ido...pero claro Yuan, los ojos tambien tienen su corazoncito.
Muy bueno.
Felicidades!

Yuan dijo...

Hola Paloma:
Te veo en foto! :D
Pues sí, los ojos tienen alma... Aunque debo decirte que escribí este relato pensando en que el ojo derecho es Jesús, el de Nazaret.
Abrazo!