domingo, 11 de julio de 2010

Doblarse y desdoblarse

Además de ser prestidigitador, creador de ilusiones y alegrías, Ludovico era aficionado a contemplar el cielo: pasaba largas horas extasiado, mirando hacia arriba. Esta afición nació al mismo tiempo que su uso de razón. Le fascinaba imaginar qué dibujaban las estrellas alineadas, o qué pretendían las nubes cuando mutaban sus formas, o qué danza sincronizada ensayaban las hojas en sus caídas. Quienes lo conocían afirmaban que, de tanto observar el cielo, Ludovico había visto a Dios, y que hasta jugaban juntos.
Últimamente Ludovico ha añadido el arte del origami entre sus devociones: crear palomas de papel, plegando una simple hoja, le provocaba un gozo embriagante. Se comentaba que él había aprendido el lenguaje del papel: éste le enseñaba hasta dónde podía ser doblado sin ser forzado. Sus plegaduras eran impecables: borde con borde, «sin pasarse de la raya, como la vida misma». Para conseguir la figura deseada, a veces desdoblaba y aprovechaba las marcas de los dobleces pasados para seguir construyendo hacia el futuro. Sin embargo, Ludovico nunca cortaba el papel, alegaba que sería herir la hoja: «Existe el verbo “desdoblar”, pero no “descortar”». Todos quedaban embelesados cada vez que veían cómo este ilusionista, con rápidos dedos, hacía que un viejo papel desechable cobrara vida, transformándose en una avecilla que aletea.
Hoy, cuando entretenía a unos niños, sintió que sus piernas se doblaban por sus rodillas, hasta dejarlo hincado. Luego percibió unas extrañas protuberancias surgir de un pliegue de su propia espalda. Además, sus brazos fueron doblados y dejados en posición para abrazar… Ludovico se dejó doblar… ¿por una gigantesca mano invisible? Fue cuando alzó el vuelo, convertido en un deslumbrante ser alado. Ante las atónitas miradas infantiles, Ludovico sonrió mientras contemplaba el cielo: lo llamaba el Origamista de arriba, creador de ilusiones y alegrías.

9 comentarios:

Juan Vásquez dijo...

que cuento tan bonito!, con el debido respeto, lo único que no me gustó fue lo de la mano invisible (digo con el debido respeto porque no siento estar en confianza. qué pena Yuan)

Con tinta violeta dijo...

Muy bella metáfora de la vida...
El origami es alucinante, hace poco pude asistir a una exposición de figuras y me quedé extasiada...
Ludovico era un hombre sabio que se dejó modelar por quién tiene el poder y el conocimiento completo. Toda una lección.
Abrazos!!!

Yuan dijo...

Hola Juan:
Puedes sentirte en casa conmigo, sin pena, con toda confianza! Jeje.
Sólo por curiosidad: ¿Por qué no te gustó lo de la mano?
Abrazo!

Paloma:
Para mí, crear origami es una parábola de mi vida.
Abrazos!!!

Poyo Skalari dijo...

curioso...
muy bien escrito
un beso

Yuan dijo...

Poyo:
Qué bueno que pasas por este predio. Nos leemos!
También beso para ti.

Juan Vásquez dijo...

Yuan gracias por hacerme sentir en casa, la verdad en el momento en que empieza a doblarse imaginé mil cosas, la pregunta de la mano invisible limitó mis imágenes mentales y pensé que era una parte del cuentito que podría omitirse. Muchas felicidades Yuan, nos seguimos leyendo!

Yuan dijo...

Ya sabes, Juan, pasa adentro con confianza. Gracias por tu comentario. Entiendo lo que dices de que la mención de la mano "limita las imágenes mentales". Precisamente para evitar (o amortiguar) eso, la coloqué como interrogación. Tienes razón.
Saludos!

Juan Vásquez dijo...

Esta bien, Por cierto no había caído en la cuenta de asociar tu imagen y el cuentito jeje

Yuan dijo...

Juan:
Si supieras que ni yo mismo me había dado cuenta! Más jeje!