Cada mañana padecía el síndrome del escritor frustrado:
impotencia frente a ella.
Como no soportaba la agonía de confrontarla,
resolvió lanzarse a la página en blanco.
Llegó a otra dimensión,
en donde él,
despojándose de todo atuendo de autor,
se transformó en un personaje dentro de aquella hoja.
Para su sorpresa, en su nuevo mundo
—que en realidad era el viejo—
las letras aún no eran cuadriculadas ni calculadas,
sino danzantes de versos.
Con fascinación, atravesó aquel mundo travieso
conformado por diversos versos transversos,
adversos, conversos, perversos,
anversos, inversos y hasta sin versos,
pero siempre plenos de dinamismo.
El movimiento le agradó tanto que quiso perpetuarlo en la hoja,
como alfabeto del único verso no medido:
el universo.
Para tal fin, regresó a su habitual dimensión matutina.
Se atavió de escritor para observar «su» creación.
Fue cuando saboreó el peso de otra frustración:
la página sólo contenía garabatos ininteligibles.
Escrito mientras contemplaba otro arte visual de Henri Michaux
4 comentarios:
Que cierto Yuan, a veces uno se siente frustrado porque no alcanza a expresar con las palabras lo que intenta. Lo bello y llamativo es la facilidad del artista en adoptar diferentes posiciones, imaginar situaciones diversas, extrañas, fuera de sí mismo.
Eso es lo que aprecio en la pintura y en el arte en general, si te crea una sensación o te hace ver el mundo desde otra óptica.
Feliz semana, my friend.
Paloma:
Hoy es el Día de las Madres en República Dominicana. Felicidades!
Tienes razón. Juan Gelman dijo en una entrevista: «La lengua, tal como la hablamos calla más de lo que puede llegar a decir, sobre todo en relación con los sentimientos e incluso con los pensamientos»
Abrazos!!!
Me encantó!!!
Anónima Mente:
Pues a mí me encanta tu blog!
Aprendo.
Abrazo.
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