domingo, 3 de abril de 2011

El Sol no suele asolearse

Fue en mi turno como guardián de la costa cuando me asombré viendo al Sol que se acercaba. Le interrogué si venía en son de paz. Me respondió que sólo quería aterrizar para bajar a la playa. Le pregunté que para qué. Alegó que deseaba tostarse su piel en la playa porque había oído sobre lo popular que resultaba aquello. Traté de explicarle lo absurdo que sería autobroncearse con sus propios rayos. Creo que lo convencí más o menos: logré que se quedara en el cielo, aunque no sé por cuánto tiempo más. Ahora me invade la sospecha mientras veo el Sol aumentar de tamaño, sobre el mar, en cada crepúsculo.

2 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Incrédulo nos ha salido el solecito...no se fía ni del guardián de la playa, ja,ja.
Y es que eso de tostarse con sus rayitos, ya lo vamos echando de menos después del invierno. Pero necesitamos que cada cual ocupa su lugar ¡Como Dios manda!
Besos Yuan!!!

Yuan dijo...

Espero que el Sol se quede en su puesto por mucho tiempo más, para que lo puedas disfrutar, Paloma.
Abrazo.