domingo, 29 de noviembre de 2009

Instrucciones para la generación de brechas

Especie de conversación oída al azar en una casa decente de la capital:
Aprendiz de padre: «¿Estás alucinado o qué? ¿Tuviste otra sobredosis?».
Uno que adolece: «¡Por fin hablas! ¡Sospechaba que se amputó tu lengua en el último recorte del presupuesto!».
Aprendiz de padre: «No seas bufón. Siempre pretendes culpabilizar al otro. No te hagas la víctima. No. El problema está en ti, en tu saturación de ruidos. Esa estridencia la noto en tus ojos».
Uno que adolece: «El problema está en ti, en tu silencio. No nos comunicamos».
Aprendiz de padre: «¡Claro que nos comunicamos! Cuando no hablo, en realidad estoy hablando. Cuando conservo el silencio, en realidad estoy comunicando. Mi silencio transmite que no hemos dejado de transmitirnos. Mi silencio, al menos, comunica la incomunicación. Tu contaminación auditiva no comunica nada».
Uno que adolece: «Si tu silencio comunica la incomunicación, como aseguras, entonces es cierto que estás comunicando. Por tanto, es correcto decir que tu silencio comunica. Pero si comunica, no puede ser incomunicación. Partiendo de tu argumento, sería más correcto afirmar que tu silencio “no comunica la incomunicación”, sino que tu silencio “comunica la no incomunicación”. Niego una verdad para resaltar otra. Tu verdad es rebatida por mi verdad. Todo esto es posible sólo cuando, en principio, acepto tu verdad, para poder objetarla».
Aprendiz de padre: «“Tu silencio comunica la no incomunicación”. Admito la sagacidad de tu versión de la verdad, afirmando una negación. Sin embargo, la “no incomunicación” es una negación de negación, por tanto se anula esa verdad. Lo cual nos hace pensar que, al anularse, en realidad el silencio se desvanece, no existe».
Una que preadolece: «Déjense de vainas… No se hagan los filósofos. El problema está en ustedes, en su sobredosis de silencio, que preexiste… Sigan hablando».


Título del próximo cuento: VAGONES
Se posteará: domingo 6 de diciembre

domingo, 22 de noviembre de 2009

Sueño húmedo

Se cansó de tanto talar árboles y atrapar animales en su tierra seca. Sumido en el alcohol, fue abatido por el sopor. Soñó que Tláloc (el azteca), Freyr (el escandinavo) y Poseidón (el griego), hastiados de una eternidad sin vacaciones, fueron invitados por Hurakán (el maya) a irse de crucero por el Caribe en busca de nuevos aromas… Una gota marrón, caída del cielo a su mejilla, lo despertó, y cuando rodó hasta su boca, percibió esa exótica y embriagante fragancia. Fue cuando el viejo constructor del arca, ya despabilado, oyó que en el aire tronaba una extraña invocación: «¡Oh, Alá, que llueva café en el campo!».


Título del próximo cuento: INSTRUCCIONES PARA LA GENERACIÓN DE BRECHAS
Se posteará: domingo 29 de noviembre

domingo, 15 de noviembre de 2009

Quinteto de cacería onírica

Meñique

Aquella noche, el hombre se internó en la selva de sus pesadillas con la escopeta de cazar sueños. Disparó a éste, a ése, a aquél y al otro, matándolos. Sólo quedaba uno, el peor. A este último no le disparó: no sabía que era un sueño.

Anular

Aquella noche, el hombre se internó en la selva de sus pesadillas con la escopeta de cazar sueños. Disparó a éste, a ése, a aquél y al otro, matándolos. Sólo quedaba uno, el peor y el más largo. Cuando apretó el gatillo por última vez, tiró la bala que finiquitó su propia vida: la confundió con un mal sueño.

Medio

Aquella noche, el hombre se internó en la selva de sus pesadillas con la escopeta de cazar sueños. Disparó a éste, a ése, a aquél y al otro, matándolos. Sólo quedaba uno, el peor, el más largo y el más real. A punto de ultimarlo, cambió de opinión: pensó que sólo era un personaje sin importancia de un cuento de Yuan.

Índice

Aquella noche, el hombre se internó en la selva de sus pesadillas con la escopeta de cazar sueños. Disparó a éste, a ése, a aquél y al otro, matándolos. Sólo quedaba uno, el peor, el más largo, el más real y el más cercano. No necesitó mucha puntería para acribillarlo a balazos pues estaba evidentemente a la vista. Pero, una vez rematado, lo exhibió con orgullo colgándolo en la sala como un trofeo de su cacería, con lo que perpetuó su pesadilla.

Pulgar

Aquella noche, el hombre se internó en la selva de sus pesadillas con la escopeta de cazar sueños. Disparó a éste, a ése, a aquél y al otro, matándolos. Sólo quedaba uno, el peor, el más largo, el más real, el más cercano y el más urgente. Antes de cualquier reacción, lo ayudaron a salir de la selva: logró despertarse a tiempo.


Título del próximo cuento: SUEÑO HÚMEDO
Se posteará: domingo 22 de noviembre

domingo, 8 de noviembre de 2009

Dédalo

Alcancé a verla desde lejos. Ella parecía temblar fuera de la ventana en el octavo piso de ese building del Bronx. Daba unos pasos torpes en esa faja estrechísima que corría al borde del balcón. Ningún auto se detenía y todos los peatones permanecían indiferentes. «¿Se tirará o no?». Antes de yo terminar la plegaria que elevaba al Todopoderoso, ya ella se había lanzado al vacío. (Habíamos empezado a serles un fastidio: en el piso inferior del departamento se reunía la junta de vecinos, buscando la manera de echarnos de la terraza). El pavimento no quedó ensangrentado: ella pudo levantar el vuelo. (Penalizarán a quienes nos arrojen migas de pan).


Título del próximo cuento: QUINTETO DE CACERÍA ONÍRICA
Se posteará: domingo 15 de noviembre

domingo, 1 de noviembre de 2009

Me pueden leer en twitter. Para mí es una nueva aventura: escribiré nanorrelatos, minificción o hiperbreves.
El sitio de encuentro:

http://twitter.com/yuanliao

Los espero, en hiperbreve.

Nadie

Fui a desafiar al río: «A que no sabes lo que yo sé». Pero él siguió su curso. Es que nadie sabe lo que yo sé, ni la calle que me ignora, ni el tiempo que me pasa por encima. «¿Quieres saber lo que yo sé?», le inquirí al espía. Él, aun con sus torturas, no pudo ablandar mi lengua aferrada a lo que nadie sabe. Nadie lo sabe, ni el poder que nunca sabe, ni el mendigo que sabe lo que no sé, ni el juez que toma decisiones sobre lo que dice saber, ni el labriego que sabe de signos de los tiempos. «¿Usted sabe lo que yo sé?». «Sabemos que hay un camino al cielo», me respondió el Papa, pero eso no es lo que yo sé. Nadie sabe lo que yo sé. Y si nadie lo sabe, yo tampoco. No sé lo que sé... Recibo en mi móvil una llamada de mi mismo número, y escucho una voz algo conocida: «Hola, quiero saber qué es lo que sabes… Soy nadie».

Basado en el poema «Tampoco», de Mario Benedetti.


Título del próximo cuento: DÉDALO
Se posteará: domingo 8 de noviembre