domingo, 28 de junio de 2009

No pudimos recuperar el título de este cuento

Érase una vez una ciudad en donde sus habitantes utilizaban sus cuentos como medio de transporte. No viajaban en carros ni en barcos o aviones, sino montados en cuentos. (Este cuento, por ejemplo, era un solicitado taxi de esa ciudad). Se interesaban en los cuentos sólo porque les servían para trasladarse de un extremo a otro. Pocos se sentían impelidos a curarlos cuando se descomponían: había un solo mecánico en la ciudad, especializado en arreglar los carros-cuentos.
Con su imprevista muerte, se asentó una vorágine de confusión. (Este cuento, por ejemplo, perdió su cadencia). Nadie sabía cómo reparar las piezas gastadas de los cuentos. La situación se complicó cuando la alcaldía… eso lo… podrían funcionar pero… maraña… vacunaban… con instalación insuficiente… antivirus actualizado… tarde… del mismo modo en el sentido contrario.


Título del próximo cuento: PAREJA MONEDA
Se posteará: domingo 5 de julio

domingo, 21 de junio de 2009

Semana crucial

Recuerdo ese lunes cuando un sujeto me abordó en plena calle, saludándome con excesiva efusión. Ante mi cara atónita, el hombre me miró con extrañeza: «¿No te acuerdas de mí?». Cuando oyó mi “no” por respuesta, aquel tipo se marchó con aire frustrado. Entonces me repugné: «¿Cómo puedo ser tan mezquino? Debí decirle que sí lo reconocía, aunque no fuera verdad, sólo para que él no se frustrara».
El martes, en la estación del bus, se me acercó otro sujeto que yo no reconocía. Llegó incluso a darme un abrazo como si fuéramos viejos contertulios. Me acordé de mi vileza anterior, ¿y qué hice en esta ocasión? Le seguí la corriente: manejé frases prefabricadas para conducirme como si supiera quién era.
El miércoles distinguí a mi amigo Tomás en una cafetería. Ante mi saludo, mostró sospecha. «¿Ya no te acuerdas de mí?». Cuando oí su “no” por respuesta, le pedí disculpas por haberlo confundido, aunque en mi interior yo seguía insistiendo que era Tomás.
El jueves, en el quiosco de revistas, vi a Bartolo, antiguo compañero de estudios. Al aproximarme, percibí cierto titubeo de su parte, pero correspondió a mi saludo con frases de rigor. Como había observado su vacilación inicial, permanecí con la duda de si en realidad no me estaba reconociendo, pero no quería hacerme sentir mal.
El viernes, en sitios diferentes, sucedió la misma situación del jueves, pero con otras dos personas.
A partir del sábado, decidí no acercarme a nadie “conocido” para saludarlo. No vaya a ser que no me devuelva el saludo, o que yo confunda los rostros, y tengan las personas que fingir que me reconocen.
Ya han pasado muchos domingos desde esa decisión. Me he quedado solo. ¿Moriré con la duda de si me reconocen o no?


Título del próximo cuento: NO PUDIMOS RECUPERAR EL TÍTULO DE ESTE CUENTO
Se posteará: domingo 28 de junio

domingo, 14 de junio de 2009

Ladrón del tiempo

El otro día, Agustín me aseguró que estaba muy arrepentido de haber dilapidado tanto tiempo en su vida. Estaba de acuerdo con ese tocayo suyo que alegaba: “¡Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva!” Quería a toda costa recuperar el tiempo desperdiciado en las filas interminables, en las citas infructuosas, en las esperas innecesarias y en las discusiones estériles. Se dedicó a investigar la relación existente entre la leyenda de la inmortalidad del cangrejo y el hecho de que este crustáceo siempre ha caminado de lado, nunca hacia delante o hacia atrás. Y malgastó tiempo en la investigación y perdió tiempo tratando de no perder tiempo. Agustín inventó un temporal para atrapar el tiempo y congelarlo, pero el invento no funcionó ni siquiera de manera temporal. Se puso entonces a hurtar el tiempo de otros. Me engañó motivándome a redactar este relato, con lo que derroché mi tiempo. Sé que “mal de muchos es consuelo de tontos”, pero no dejo de sentir un leve alivio cuando pienso que también caíste como víctima de Agustín al malograr tu tiempo leyendo estas líneas.


Título del próximo cuento: SEMANA CRUCIAL
Se posteará: domingo 21 de junio

domingo, 7 de junio de 2009

Lo que empieza mal…

Cada botón con su ojal, así lo han aprendido desde que comenzaron a existir.
El primer botón de arriba hizo una rápida búsqueda, encontró un ojal, e inmediatamente se ligaron. El segundo botón, imitando al primero, también dio con su ojal. El botón número tres tampoco lo pensó mucho, y se entregó al ojal más cercano. Lo mismo hicieron el cuarto y el quinto.
Sólo quedaba el sexto botón. El último. Buscó su ojal. No lo encontró. El único ojal disponible estaba muy lejos, demasiado arriba, inalcanzable para el sexto botón. Se quedó solitario.
¿Será que el primer botón, por la prisa, escogió un ojal ajeno?


Título del próximo cuento: LADRÓN DEL TIEMPO
Se posteará: domingo 14 de junio