Es temprano en la mañana y ya la delgada se ha puesto el uniforme de la empresa. Sin desayunar, sale de volada, con una caja de bizcochos en sus manos. Se oye el reclamo de su madre: «Acuérdate de arreglar tu cuarto, no vayas tan de prisa… No olvides que hoy…» A la delgada le da tirria esa demanda cotidiana, no escucha: ya está corriendo. Sólo piensa en lo que le depara: mañana será el onomástico de su jefe, y hoy ella quiere sorprenderlo con unos bizcochos como presentes anticipados para el festejo.
Corre hacia la estación del metro. Casi alcanzándola, la estación parece que cobra vida y se coloca más lejos. La delgada se sorprende. Piensa que quizás aún está dormitando. Sigue corriendo por llegar a la estación, y de nuevo, ésta se aleja. Así sucede unas tres o cuatro veces más, hasta que finalmente la delgada logra atrapar la estación y descender por sus escalones, justo para ver que un tren se ponía en marcha. La delgada corre como si pudiera alcanzarlo. Desiste, y se detiene resignada a esperar al próximo tren, con la caja de bizcochos en sus manos.
Se presenta otro tren, mucho más moderno. La delgada se abalanza sobre él. Apresura sus pasos para ubicarse en un asiento, con la caja de bizcochos en sus manos.
Minutos después, el tren se detiene en la parada de la empresa. La delgada mira su reloj: son las 7:52 a.m. Se abre paso rápidamente, empujando a algunos. Llega a la oficina, con la caja de bizcochos en sus manos. Es cuando se da cuenta de que todo está cambiado: no reconoce al portero, tampoco recuerda haber visto a esa recepcionista. La sala tiene un aspecto diferente, con adornos irreconocibles. Una mujer de años acumulados, boquiabierta, la mira con ojos asombrados, como si alucinara; se diría que es Lucía, la amiga de la delgada, pero ¿cómo le han brotado esas canas de un día para otro?
La caja en las manos de la delgada luce vieja y arrugada. Cuando la abre, no encuentra ningún rastro de los bizcochos. El terror se va asomando. El reloj marca las 8:02. La delgada quiere volver atrás, pero una fuerza invisible en su espalda lo impide. Apenas está descubriendo que no puede vivir en el futuro ni volver al pasado.
Título del próximo cuento: TRANSPARENCIA
Se posteará: domingo 15 de febrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario