domingo, 26 de diciembre de 2010

La tienda de calzados

Pardechancletas era una muchacha que vivía en la parte alta de los suburbios de una tienda de calzados. Dentro del mismo negocio, en un área más lujosa, de clase acomodada, habitaba el mozuelo Pardezapatosdecharol. Ella, en su timidez, suspiraba silenciosamente por una mirada de él.
En la tienda, Pardechancletas se hizo amiga de Musicadefondo. Ésta, mientras musitaba sus melodías para los clientes, se convirtió en la confidente de Pardechancletas para escuchar su secreto: «¡Cómo quisiera despojarle a Pardezapatosdecharol al menos una mirada suya!».
Por más que Musicadefondo, con sus suaves tonos, intentaba influenciar sutilmente en Pardezapatosdecharol para que se fijara en Pardechancletas, aquél siempre parecía ensimismado en sus propias reflexiones... ¿O tal vez le llamaban más la atención la popular Zapatillasdemarca, o la costosa Pardebotasdepiel, o la elegante Taconesaltosdemoda?
De noche, cuando la tienda permanecía cerrada y Musicadefondo descansaba, Pardechancletas, sin poder dormir, contaba con otro amigo: Sueño. Mientras todos dormían, Sueño susurraba en los oídos de Pardezapatosdecharol hermosos versos que Pardechancletas le componía, pero que por timidez no se atrevía a expresárselo en primera persona. Cuando Pardezapatosdecharol se despertaba, sin saber por qué, dirigía una mirada fugaz pero llena de vida a Pardechancletas.
Ella se iba alegrando más y más hasta que un día entró a la tienda un sacerdote (no se identificó como tal, pero llevaba un cuello clerical). «Necesito unos zapatos nuevos, pues los que tengo ya están gastados», dijo el cura. Después de examinar varios pares, finalmente decidió llevarse a Pardezapatosdecharol. Lo colocaron dentro de una caja de zapatos que envolvieron en una bolsa. Pardechancletas sentía un vuelco en el corazón: ¿sería la última vez que vería al suspirado?
Cuando el sacerdote salió de la tienda portando la bolsa que envolvía la caja que contenía a Pardezapatosdecharol, una gruesa lágrima retumbó en los suburbios.
Un par de minutos después regresó el sacerdote a la tienda de calzados, apresurado, como si se le hubiera olvidado alguna cosa importante. «Es que me acordé que también necesito algo para usarlo en casa... y ya que estoy por acá... Puede ser un par de alpargatas, o un par de pantuflas, o... ¡Oh! ¿Ese letrero dice que si compro los zapatos me puedo llevar las chancletas en especial?».
¡Sorpresa! ¡Han colocado a Pardechancletas en la misma bolsa de Pardezapatosdecharol! Justo en ese momento, curiosamente, la música de fondo que se escuchaba era una marcha nupcial.
«¡Hola! Luces una mirada muy bella», saludó Pardezapatosdecharol a Pardechancletas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

¿De qué color es el viento?

Como en años anteriores, para la temporada navideña, posteo cuentos infantiles. Espero que los disfrutemos también los adultos aspirantes a ser más niños.


Niño: ¿De que color es el viento?

Papá: El viento tiene un amplio ropero, y dependiendo de la época del año entresaca de ahí todo su ajuar. En primavera, el viento arroja flores; entonces se viste con seda multicolor. En verano, el viento lleva la luz del Sol; entonces porta una vestimenta solar que cambia durante el día con el correr de las horas. En otoño, el viento transporta hojas juguetonas; entonces sale ataviado con trajes de matices amarillentos, anaranjados, rojizos y marrones. En invierno, el viento juega con la nieve; entonces luce atuendo blanco.

Niño: ¿De qué sabor es el silencio?

Papá: Depende de si el silencio es mudo o está lleno de palabras calladas. Si el silencio es cómplice de la mentira, por ocultar la verdad, entonces es amargo. Pero si es el silencio que existe cuando tu mamá y tu papá se miran expresando ternura, entonces es dulce, muy dulce.

Niño: ¿De qué color es el amor?

Papá: Aunque todos piensan que el amor siempre es rojo por los corazones enamorados, si proteges la tierra y la cuidas con cariño, entonces el amor es verde. Pero desde que Dios se encarnó haciéndose hombre, el amor tiene todos los colores de la humanidad.

Niño: ¡Creo que el amor tiene el olor de mamá!



¿A qué sabe tu papá?
¿Cuál es el sabor de tu helado favorito?
¿De qué color es la piel de Dios?
Colorea el viento.
Pide a tu mamá que estampe un beso aquí, para olerlo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Fragmento de carta de soldado anónimo a no sabemos quién

«Hogar» proviene de «hoguera». Cuando se ausenta el fuego, un hogar no «es», sino que «era». En el hogar, la calidez y la frialdad chocan frenéticamente, irrefrenablemente. Por eso —si las circunstancias nos permiten hacerlo— se deja la puerta abierta para «entrar», para dejar pasar el calor (o dar la bienvenida al frío), o quizás para «salir» a buscar otro hogar con quien engendrar hogaritos que encenderán sus propias llamas.
En el hogar se llama. Se visualiza una mano llamando a la cama o invitando al café o convocando a la mesa. Es que mi hogar es mi pro-mesa: está a favor de la mesa. Así lo he des-cubierto: he visto eliminarse las migajas, cubrirse con el mantel y colocarse los cubiertos y las hogazas. Mi hogar es mi ex-presión: una presión antigua que ya no existe. Mi hogar es mi ex-tensión: una pasada tensión ya superada. Mi hogar es mi pro-piedad: está a favor de la piedad, reconcilia la herida con la ternura. Mi hogar es un armario que atesora evocaciones de todo sabor, textura y tamaño, incluyendo las olvidadizas, las astutas, las empapadas, las tibias, las microscópicas y las cosmológicas.
Cada hogar tiene su «historia escondida» que nadie conoce, pero todo se rige por ella. Cada hogar tiene sus secretos, conocidos por todos, pero no comentados por nadie: son como palabras mágicas que, al pronunciarlas, desatarían los más diversos tonos de una música que todos evitan escuchar, no se sabe por qué. Tal vez porque, cuando esa melodía se destape, podría tirar la casa por la ventana o por la chimenea o por el tubo de la calefacción. Es que la hoguera ha sido sustituida por la calefacción: ya no es un fuego en movimiento que cruje a su ritmo danzante en una música libre, sino máquina controlable, encasillable. Hogar ácido, amargo, salado, agrio, picante, pero siempre dulce hogar.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El viajero

A Estanislao le llovía el dinero. Siempre había soñado con «turistear» en lugares exóticos. Finalmente su sueño pareció hacerse realidad. Aquella mañana, a las 3 horas con 48 minutos y 16 segundos, inició su viaje. Pasó un tiempo recorriendo las heladas estepas siberianas con algunas tribus nómadas. Luego visitó la jungla del Congo, identificando los animales que, de niño, admiraba en el zoológico. Más tarde paseó flotando sobre las islas del Pacífico, explorando nuevos arrecifes de coral. También buceó por las playas cristalinas del Caribe, contemplando un universo de peces de infinitos colores. Estuvo en el desierto de Sahara, en donde encontró el Sol con un brillo desconocido. Además, se internó en la jungla amazónica, descubriendo plantas alucinógenas.
A las 3 horas con 59 minutos y 20 segundos, exactamente a los 11 minutos y 4 segundos de haber iniciado su viaje con la maldita aguja, Estanislao se metió en un túnel, cerró sus ojos para siempre y dio por concluido ese viaje, para iniciar otro más largo o quizás más corto. Su realidad se hizo sueño.