Hacía cuatro meses que Juan Manuel empezó su catecismo. En la parroquia elegantemente engalanada, él y otros 34 niños de su colegio, aprovechando el inicio del año, recibieron su Primera Comunión. La ceremonia estuvo cargada de símbolos. El ambiente era festivo y de mucha espiritualidad. La homilía fue motivadora; las oraciones, inspiradas; las canciones, alegres; los agradecimientos, emotivos.
Terminada la liturgia, cada niño se marchó con sus padres a sus respectivos lugares de celebración: restaurantes, plazas de juegos, parques recreativos… A Juan Manuel se le notaba absorto. Mientras sus amigos jugaban, él se mostraba taciturno. Pidió a sus padres que, en cuanto pudieran, lo llevaran a la casa. Ellos, pensando que su hijo estaba en algún ensimismamiento místico, rápidamente lo trasladaron de la diversión a su hogar.
Ya en la casa, el pequeño, presuroso, fue a su ordenador a navegar en internet. Con un buscador, confirmó su sospecha: «Los insectos tienen seis patas».
Esa noche, el niño no podía conciliar el sueño. Con las luces apagadas, no dejaba de tocar sus costados en busca de alguna extraña protuberancia. No cesaba de mirar su espalda, a ver si descubría alguna misteriosa luz. Por más que intentaba cerrar sus ojos para dormir, no lograba apagar en su mente la voz de la catequista que, al final de la misa, había dicho: «Espero que, desde hoy, ustedes se conviertan en 35 luciérnagas que lleven la luz a sus casas».
Título del próximo cuento: EN CINTASe posteará: domingo 10 de enero