Cuando el esperanto al fin se impuso como idioma universal, los ciudadanos de Babelópolis volvieron a comunicarse. En varios siglos había cambiado la lengua, pero no el afán de subir. Sus regidores votaron a favor de edificar otra «torre que alcance el cielo». Así reflexionaron: «Para cuando la torre sea muy alta, ya habrán pasado varias generaciones. Es posible que antes de eso, alguna prole pierda el interés en alzar la torre, pero a nosotros nos compete complacer al pueblo: oficialmente declaramos abiertas las operaciones de construcción de la nueva torre de Babelópolis».
Con la memoria histórica bien fresca y con claros conocimientos de las distancias astronómicas, actuaron con cautela: los ingenieros sólo levantarán una pulgada de la torre por cada año de construcción. A ese ritmo, la torre tardará milenios para siquiera hacer cosquillas al cielo. «Así se garantizará que los nietos de los nietos de la presente generación no sean consumidos por la Fuerza que aniquiló la anterior torre». Una precaución, por si acaso.
Título del próximo cuento: SU VERDAD
Se posteará: domingo 23 de agosto
2 comentarios:
Divertida la recreación de la historia del Génesis. Y si, es verdad, que a pesar de los adelantos, los siglos de avances y estudios, el hombre sigue buscando lo mismo: hacerse un nombre. Los dirigentes "un poco listillos" tratan de postergar el final de la historia o minimizarla. Pero el final está escrito: el hombre será colocado en su lugar y no en el que pretende colocarse él. Saludos desde Zaragoza.
Hola Paloma:
Lo que dices es cierto: parece que en miles de años aún no hemos aprendido.
Bueno, ahora estoy en España, disfrutando de tu país.
Abrazo.
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