Él sentía un placer especial cuando palpaba la piel de ella. Le encantaba tomarla, hacerla suyo, acariciar su cuero. No encontraba otra manera de expresarle su cariño, si no era a fuerza de golpes: exhibía su afecto con bofetadas. Él blandía su palo. Y ella profería sus potentes gritos cuando, por un lado, recibía manotazos de su hombre, mientras por el otro, soportaba con estoica firmeza los golpes del palo.
El público, ávido de más cachetadas, se puso de pie, aplaudiendo y vitoreando todo esto. Sucedía a la vista de todos, formando parte de un ritual llamado merengue.
Título del próximo cuento: ¿Y ENTONCES...?
Se posteará: domingo 5 de abril
El público, ávido de más cachetadas, se puso de pie, aplaudiendo y vitoreando todo esto. Sucedía a la vista de todos, formando parte de un ritual llamado merengue.
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