Como cada día, a las tres de la mañana, recorrió las siete cuadras para encontrarse secretamente con su amada, la única capaz de menguar su soledad. La encontró en su habitual rincón de la calle. Ella con su sonrisa, luciendo un vestido nuevo, y él con su pasión, ofreciéndole un ramo de flores. Según la costumbre, él le declaró su amor; sólo que esta vez no aguantó más y, antes de darle oportunidad a ella para decir su respuesta, rompió de un golpe el vidrio que los separaba. Se abalanzó sobre ella y le selló un largo beso en sus labios. Ella, inmutable, sin gesto alguno, se quedó tiesa y fría: como se comporta todo maniquí en su escaparate.
Título del próximo cuento: DESUBICADAS
Se posteará: domingo 26 de octubre
4 comentarios:
vanas ideas de humanos... frias e incoherentes.
(Me encantan tus cuentos)
Cuando nos sujetamos a una idea fría y tiesa, entonces seremos como maniquíes. Gracias, Laura!
Pocos cuentos como estos, tan reales y atractivos. Dios te ha dado un talento hermoso, de plasmar los pensamientos y transmitir ideas.
Espero el próximo cuento!
Gracias, Clau!
Dios es muy bueno, y no es un cuento. :o)
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