domingo, 31 de octubre de 2010

Colección de esqueletos de fantasmas

Aunque ya la noche se había adentrado profundamente, salió de su morada en dirección al centro de la ciudad. Tuvo una extraña sensación dentro de su pecho. Dobló en la avenida Cristo Redentor; fue ahí donde sintió deseos de tomarse una cerveza bien fría, pero no estaba seguro de que debía hacerlo. «Todavía tengo sueño». Intentó ignorar todas las distracciones para concentrarse en llegar pronto a la oficina de su abuelo, el coleccionista de antigüedades. El viejo había muerto hacía treinta y tres días, y le dejó como herencia su millonaria «colección de esqueletos de fantasmas», minuciosamente inventariada hasta en sus más ínfimos detalles. Más por curiosidad que por ambición, se dirigió con impaciencia a la sala indicada por el testamento, para tomar posesión de la extraña herencia que, según el documento, estaba celosamente atesorada en vitrinas de estilo victoriano, dispuestas en forma de espiral en el ala sur de la sala. Entró y prendió la lámpara cubierta de telarañas, colgada de la cornisa... «Vitrinas vacías... Ya decía yo que el viejo andaba mal de la cabeza. Los fantasmas no tienen esqueletos. Eso lo saben hasta los chinos de Bonao. ¡Es absurdo! Claro: cualquiera puede ganar un concurso de pintar dragones con realismo, porque los dragones no existen. Cualquiera puede alegar que estas vitrinas guardan osamentas invisibles de fantasmas, porque sencillamente ¡los fantasmas no existen! No sé ni por qué vine para acá a perder tiempo... ¡y a estas horas!».

Apagó la lámpara y salió como vomitado de la sala. Intentó ignorar todas las distracciones para concentrarse en llegar pronto a su casa. «Tengo una acumulada falta de sueño». Le nacieron ganas de saborear una cerveza bien fría, pero dudaba de poder hacerlo. Apenas sorbió un par de tragos, y dejó el suelo mojado. Fue ahí cuando tuvo esa extraña sensación dentro de su pecho. Palpó una masa dura que sobresalía arriba de su costado. «¿Tenía razón mi abuelo cuando me dijo anoche que...? ¡No puede ser! ¡Tengo costillas!». Corrió despavorido por la avenida Cristo Redentor en dirección hacia su morada habitual, al lado del nicho de su abuelo.

Apagó la lámpara y salió como vomitado de la sala. Intentó ignorar todas las distracciones para concentrarse en llegar pronto a su casa. «Tengo una acumulada falta de sueño». Le nacieron ganas de saborear una cerveza bien helada, pero dudaba de poder hacerlo. Apenas sorbió un par de tragos, y dejó el suelo mojado. Fue ahí cuando tuvo esa extraña sensación dentro de su pecho. Palpó una masa dura que sobresalía arriba de su costado. «¿Tenía razón mi abuelo cuando me dijo anoche que...? ¡No puede ser! ¡Tengo costillas!». Corrió despavorido por la avenida Cristo Redentor en dirección hacia su morada habitual, al lado del nicho de su abuelo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Todavía más twitterrelatos

Nuevamente posteo twitterrelatos, cada uno con 140 caracteres o menos. Primero los escribí por twitter: www.twitter.com/yuanliao, ahora les coloqué títulos.


Dragones

Cuando despertó, el dragón todavía estaba allí. Recordó que los dragones no existían. Decidió despertarse de nuevo.


Descubriendo el mundo

«Se asustó: se despertó y se dio cuenta de que estaba comiendo», me dijo su madre, mientras calmaba sus gritos, con un seno en su boca.


Dimensiones

Los gusanos que habitan la manzana no ven al mono que va devorándola, y éste ignora que vive en una gran manzana a punto de ser engullida.


Fu-egocéntrico

Ella, corazón de piedra. Él también. Chocaron. Se frotaron. Se disparó una chispa. Se incendió. Se ablandaron los corazones. Fundidos.


Risas

La franca decía a, la astuta tramaba con e, la tímidamente contenida usaba i, Santa Claus impuso o; pero cuando se fue j, apareció :D


Alaridos escalofriantes

La protagonista de ese cuento infantil sufría de claustrofobia. Los lectores ignoraban los chillidos de ella cada vez que cerraban el libro.


Una familia como tantas

TIEMPO no era muy dado a retener personas y cosas, hasta que se desposó con MEMORIA. Al hijo de ambos, dilapidador, lo llamaron OLVIDO.


Presagio

Aunque nació a las 6 p.m. del día 6 del sexto mes, nadie sospechó nada hasta que empezó a contar serpientes en vez de ovejitas, para dormir.


Recordó

Confirmó que fue engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el padre; cuando empezaba a escribir la autobiografía de su padre.


¿Quién domina a quién?

«La imagen en el espejo repite mis gestos», discurría triunfantemente, mientras la imagen se reía: «Ese hombre tonto copia mis gestos».


Horizonte perseguido

El cazador de horizonte lo vio alejarse cada vez más. No se enteraba que no era un horizonte que huía, sino muchos que ya había alcanzado.


Nada

Trajo una caja vacía en el día de las madres. «Es lo más poderoso que te puedo regalar. Envolví la nada porque nada es imposible para Dios».


Libre

Quebró las paredes de su casa, pateándolas. Salió. Se quedó sin casa, pero con libertad para vivir fuera del cascarón... la pequeña torcaza.


Harén

Acusado de poligamia, no volvió a inclinarse sobre ellas para depositarles su tórrido líquido. ¿Para qué sirve un colador de café sin tazas?


Ante la ola de robos

Compró doce candados para proteger su casa. Los colocó en la puerta. Entonces se dio cuenta: aquélla era la puerta de la casa de su ladrón.


Estado de golpe

El dictador, oprimido por la tiranía del pueblo, dio un estado de golpe: destituyó al pueblo, y en su lugar colocó otro.


La celada

Perseguido por una hoja, se escondió en el callejón. En un descuido de ella, la pisoteó. Quedó atrapado por el viento, el real perseguidor.


Sutil

«Si» no sabía ser incondicional hasta que se colocó su tilde para ser siempre positiva.


Encarnación

La autopista se hizo avenida; la avenida, calle; la calle, vereda; la vereda, sendero; el sendero se hizo Hombre y habita entre nosotros.

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Descubrimiento o encubrimiento?

Nosotros, los primeros pobladores, vivíamos apacibles en nuestro descubrimiento. El aroma embriagador, la abundante provisión y el sabor mareante nos ayudaron a tomar la decisión de instalarnos en ese lugar. Una mañana de otoño llegaron aquellos forasteros, pipiolos presumiendo de pioneros, que se proclamaron «descubridores», ignorando las inscripciones de «propiedad privada». Atronaban sus jolgorios de chaval, mientras contendían por nuestra parcela como manzana de discordia. Todo lo devoraron, incluyéndonos. Menos mal que no engulleron las pepitas: habrá más manzanas para nuevos nosotros, gusanos.

domingo, 10 de octubre de 2010

Éxito y fracaso

Había esperado esta noche con impaciencia. El clown Buenetín toma su estampado maletín lleno de sorpresas, listo para entrar en escenario en el Circo del Coyote, el mismo que, cuando pequeño, había soñado con pertenecer. Cuando era un niño, su padre lo llevaba a admirar el Circo del Coyote. Ahí contemplaba embelesado a los trapecistas, vitoreaba a los domadores y quedaba extasiado con los equilibristas; pero su sueño, desde entonces, era ser un clown.
Ingresó en una academia de payasos. Nunca olvidaría su primera lección. El maestro repetía con insistencia: «Al clown todo le sale mal». Y agregaba: «Para ser clown hay que conocer los propios defectos, caricaturizarlos, exagerarlos y reírse de ellos… Un clown es alguien seguro de sí mismo, pero todo le sale mal. Por ejemplo, si es un pianista, y el taburete está lejos del piano, en vez de acercar el taburete al piano, el clown decididamente mueve el piano hacia el asiento».
Con estos recuerdos almacenados, finalmente Buenetín se presenta ante el público que abarrota el circo para el estreno de su función.
Tropieza con algo y se cae. Todos carcajean. Su maletín se rompe y salen disparadas las cosas más inverosímiles. Con su destreza de prestidigitador, la inmensa corbata en forma de corazón desaparece de su pecho y aparece en su espalda. Finge no saberlo, y la busca desesperadamente. El público se desternilla de la risa… Así, torpeza tras torpeza, manejado con mucha destreza. Al final, todos le aplauden de pie, en medio de risotadas.
Tras bastidores, sus colegas lo elogian. El halago más grande proviene del dueño del circo. Emocionado, palmotea a Buenetín en sus hombros: «Te felicito, ¡todo te salió muy bien!».
Entonces Buenetín tira su maletín, deprimido por ser un mal clown. Renuncia, porque «todo le salió muy bien».

domingo, 3 de octubre de 2010

Conversación en penumbras

Una comparte su preocupación con otra:
«¿Te fijaste que nos siguen a todas partes?».
«Sí, mi perseguidor no me suelta nunca».
«¿No estás cansada de tanto asedio?».
«Le tengo miedo».
«Me siento atada… No me deja tranquila… No tengo privacidad».
«Cada día espero que se haga de noche rápido, para esfumarme».
«Pero como quiera inventan luces para seguir dominándonos».
«A mí me acosa alguien que me imita siempre… ¿El tuyo también?».
«¡Sí! ¡Me tiene hastiada! ¡No me da libertad!».
Así duraron un buen rato conversando sobre su crisis existencial, hasta que César apagó la lámpara de la habitación para acostarse al lado de su mujer. Sus siluetas respiraron con alivio, esfumándose en la oscuridad.